Polvorín Saint-Louis

Antes de ser sólo una parada de autobús y un edificio, este famoso polvorín de nombre real (Saint-Louis era el sobrenombre del rey Luis IX) era de vital importancia para Saint-Martin en caso de ataque. En una época en la que el pueblo aún corría el riesgo de sufrir asaltos enemigos, éste era el único polvorín construido directamente dentro de las fortificaciones.

El polvorín fue construido según los planos de Vauban en 1685. En forma de rectángulo, con muros de piedra de 2,50 metros de grosor sostenidos por seis contrafuertes macizos, tres a cada lado, era capaz de soportar explosiones de bombas. Para reforzar su protección, se construyó un muro enfrente para duplicar las posibilidades de sobrevivir a un ataque. Sin embargo, fue destruido en el siglo XX. Por supuesto, para aprovechar su entorno inmediato, Vauban la hizo construir lo más cerca posible del enceinte, para poder contar con un grueso banco de tierra y la muralla añadida para defender este punto altamente estratégico.
De hecho, su nombre procede de este terraplén, conocido como el "caballero de Saint-Louis", siendo un "caballero" un elemento utilizado para reforzar una fortificación.
Naturalmente, también era capaz de resistir accidentes explosivos en su interior. Esto se debía principalmente a su única sala abovedada, que podía almacenar hasta 55 toneladas de pólvora. Aunque su ubicación era muy práctica para evitar una explosión letal, hay que señalar que su presencia en el sureste del pueblo no encajaba realmente con la posición de la artillería, que estaba situada a un kilómetro al noreste, cerca de la ciudadela.
Entonces, en el siglo XX, además de despejar un espacio delante del edificio, se decidió instalar un pararrayos en su tejado, que permanece allí desde entonces.

En la actualidad, el edificio es propiedad de las autoridades locales y no puede visitarse salvo en contadas ocasiones.